Bartimeo: ¿Sabes qué pedir en la oración? La clave está en la pregunta

Bartimeo: ¿Sabes qué pedir en la oración? La clave está en la pregunta

Bartimeo: ¿Sabes qué pedir en la oración? La clave está en la pregunta.

A veces, rezar se siente como hablarle a una pared, ¿verdad? Murmuramos peticiones, nos quejamos de nuestros problemas o simplemente nos quedamos en silencio, sin saber muy bien qué decir. Sentimos un anhelo profundo de cambio, de sanación, de luz… pero no encontramos las palabras. Si te sientes así, la historia de un mendigo ciego llamado Bartimeo, que vivió hace 2000 años, tiene un mensaje increíblemente actual para ti.

Su historia no es solo un relato de un milagro; es una clase magistral sobre cómo enfocar nuestra oración para que sea verdaderamente transformadora. Y en el corazón de esta lección no está la petición, sino una pregunta.

¿Quién era Bartimeo? Un encuentro que lo cambió todo

Para entender la potencia de este momento, primero tenemos que ponernos en situación. Imagínate la escena: estamos en las afueras de la bulliciosa ciudad de Jericó, un hervidero de gente, comerciantes y peregrinos. Al borde del camino, cubierto de polvo y acostumbrado a la indiferencia de los demás, está sentado Bartimeo.

La Biblia nos lo describe en el Evangelio de Marcos (10, 46-52) con tres pinceladas que definen su existencia: era ciego, mendigo y estaba sentado junto al camino.

  • Ciego: No podía ver el mundo, vivía en una oscuridad física constante.
  • Mendigo: Su ceguera le impedía trabajar, por lo que dependía por completo de la caridad de los demás. Su vida era precaria.
  • Junto al camino: No formaba parte de la vida, era un mero espectador. La gente pasaba, las caravanas seguían, la vida fluía… y él se quedaba atrás.

Esta era la realidad de Bartimeo. Una vida de oscuridad, dependencia y exclusión. Pero ese día, algo interrumpió su monótona rutina: oyó que Jesús de Nazaret estaba pasando por allí.

El grito de Bartimeo: Más que un simple ruego

Bartimeo no se lo pensó dos veces. No susurró una plegaria tímida. No esperó a que alguien le llevara ante Jesús. Hizo lo único que podía hacer con todas sus fuerzas: gritar.

Pero fíjate en lo que grita: «¡Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí!».

Esto no es un grito cualquiera. Llamarle «Hijo de David» era un reconocimiento mesiánico. Bartimeo, el ciego, «vio» con los oídos y con el corazón lo que muchos otros no veían con sus propios ojos: que aquel hombre era el Mesías esperado. Su grito no era solo una petición de ayuda, era una profesión de fe en medio del barullo.

La multitud, como a menudo ocurre, intentó acallarlo. «¡Cállate, molestas!», le decían. Pero la necesidad y la fe de Bartimeo eran más fuertes que la vergüenza o el qué dirán. Y gritó todavía más fuerte. Su grito desesperado y lleno de fe atravesó el ruido y llegó a oídos de Jesús.

La pregunta que lo desbloquea todo: «¿Qué quieres que haga por ti?»

Y aquí viene la magia, el punto de inflexión que da título a este artículo. Jesús se detiene, manda que lo llamen y, teniéndolo delante, le hace la pregunta más importante de su vida:

«¿Qué quieres que haga por ti?»

Piénsalo un momento. ¿Acaso Jesús no sabía que Bartimeo era ciego? ¡Claro que sí! Todo el mundo lo sabía. Era evidente. Entonces, ¿por qué le pregunta algo tan obvio? Porque esta pregunta no era para que Jesús se informara, era para que Bartimeo se implicara.

El poder de verbalizar nuestro deseo

A menudo, vivimos instalados en la queja. «Estoy mal», «nada me sale bien», «qué mala suerte tengo». Son lamentos generales, nubes difusas de malestar. Jesús, con su pregunta, obliga a Bartimeo (y a nosotros) a pasar de la queja a la petición concreta.

  • Clarifica la mente y el corazón: Al tener que responder, Bartimeo debe enfocar todo su ser en su anhelo más profundo. No pide dinero, no pide comida, no pide una vida más fácil. Va a la raíz de su sufrimiento.
  • Nos hace protagonistas: La pregunta le devuelve la dignidad. Jesús no le trata como un «pobrecito» al que hay que solucionar un problema. Le trata como a un interlocutor válido, alguien con capacidad de decidir y pedir. Al responder, Bartimeo toma un papel activo en su propia sanación.

La respuesta de Bartimeo es inmediata, clara y directa: «¡Maestro, que pueda ver!». En hebreo, Rabbuní, que yo vea. No hay dudas, no hay rodeos. Sabe exactamente lo que quiere.

Y la respuesta de Jesús es la consecuencia directa de todo este proceso: «Anda, tu fe te ha curado». Al instante, Bartimeo recuperó la vista y, en lugar de volver a su antiguo puesto, se puso a seguir a Jesús por el camino. Su vida cambió por completo. De estar «junto al camino» pasó a estar «en el camino».

Aplicando la lección de Bartimeo a nuestra vida (y a los retiros)

Esta historia resuena con fuerza en la experiencia de los retiros espirituales como Emaús, Effetá y, por supuesto, Bartimeo. Estos retiros son, en esencia, una oportunidad para detenernos en nuestro camino, hacer silencio y escuchar a Jesús que nos pregunta directamente a cada uno: «¿Qué quieres que haga por ti?».

Puede que no seamos ciegos físicamente, pero todos tenemos nuestras propias «cegueras»:
* La ceguera del rencor que no nos deja perdonar.
* La ceguera de la rutina que nos impide ver la belleza de lo cotidiano.
* La ceguera del miedo que nos paraliza y no nos deja avanzar.
* La ceguera del egoísmo que nos impide ver las necesidades de los demás.
* La ceguera de la desesperanza que nos hace creer que nuestra situación no tiene remedio.

Un retiro de Bartimeo es una invitación a identificar esas cegueras. Es un espacio seguro para dejar de lado el ruido del mundo (y el de nuestra propia cabeza) y atrevernos a ponerle nombre a lo que realmente anhelamos cambiar.

Tu «quiero ver»: ¿Cuál es tu petición más profunda?

La próxima vez que te pongas a rezar, intenta hacer el ejercicio de Bartimeo. En lugar de empezar con una lista de quejas o peticiones vagas, quédate en silencio e imagina que tienes a Jesús delante preguntándote: «¿Qué quieres, de verdad, que haga por ti?».

Sé valiente y honesto en tu respuesta. Quizás tu «quiero ver» se traduzca en:
* «Señor, que pueda perdonar a esta persona que me hizo tanto daño».
* «Señor, que pueda ver el valor que tengo y deje de buscar la aprobación de los demás».
* «Señor, que pueda ver con claridad cuál es el siguiente paso que debo dar en mi vida».
* «Señor, que pueda ver tu presencia en mis hijos, en mi pareja, en mi trabajo».

Como Bartimeo, la clave está en pasar del lamento genérico a la petición específica y llena de fe. Porque cuando nombramos lo que queremos, cuando lo sacamos de la oscuridad de nuestro interior a la luz de la oración, algo poderoso empieza a moverse. Asumimos nuestra parte, abrimos la puerta y permitimos que la gracia actúe.

La historia de Bartimeo nos enseña que Dios no quiere súbditos pasivos, sino hijos valientes que sepan pedir. Así que hoy, tómate un momento y pregúntate: si Jesús te hiciera esa pregunta ahora mismo, ¿qué le responderías? Tu respuesta puede ser el inicio de tu propio milagro.

Preguntas y Respuestas

Pregunta: ¿En qué consiste un retiro de Bartimeo?

Respuesta: Un retiro de Bartimeo es una experiencia espiritual de fin de semana, inspirada en el pasaje bíblico del ciego Bartimeo. Su objetivo es ayudar a los participantes a identificar las ‘cegueras’ espirituales o personales que les impiden vivir plenamente, para así poder pedir a Dios la sanación y la luz que necesitan.

Pregunta: ¿Cuál es la enseñanza principal de la historia de Bartimeo y la oración?

Respuesta: La enseñanza principal es la importancia de la claridad y la especificidad en la oración. En lugar de quejas generales, Bartimeo nos enseña a hacer peticiones concretas y llenas de fe, verbalizando nuestro deseo más profundo para tomar un papel activo en nuestra propia transformación.

Pregunta: ¿Por qué Jesús le pregunta a Bartimeo ‘qué quieres que haga por ti’?

Respuesta: Aunque Jesús ya sabía que era ciego, le hace la pregunta para darle a Bartimeo la dignidad de expresar su propio deseo. Le obliga a pasar de ser una víctima pasiva a un protagonista activo de su sanación, clarificando su anhelo y demostrando su fe a través de su respuesta.

Pregunta: ¿Qué relación tienen los retiros de Bartimeo, Emaús y Effetá?

Respuesta: Son tres retiros católicos de evangelización que forman parte de un itinerario de crecimiento en la fe. Aunque cada uno tiene su propio carisma y se centra en un pasaje del Evangelio distinto (Emaús en los discípulos, Effetá en el sordomudo, y Bartimeo en el ciego), todos comparten el objetivo de propiciar un encuentro personal y transformador con Jesucristo.

Pregunta: ¿Necesito tener una fe muy fuerte para hacer un retiro como Bartimeo?

Respuesta: No, no es necesario. El retiro está pensado para cualquier persona, sin importar su nivel de fe o su situación personal. De hecho, como Bartimeo, muchos acuden con una fe pequeña o en un momento de duda, y es precisamente en el retiro donde esa fe puede fortalecerse al experimentar el amor de Dios.

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